
Camino por Madrid en tu compañía, mi mano en tu cintura copiando a tu mano en la cintura mía. A paso lento, como bostezando, como quien besa al barrio el hilo pisando, como quien sabe que cuenta con la tarde entera sin nada más que hacer que acariciar aceras. Y sin planearlo tú acaso, como que sin quererlo va y lo hace te vi cambiar tu paso hasta ponerlo en fase, en la misma fase que mi propio paso.
Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase, amar la trama más que el desenlace.
Fue un salto ínfimo, disimulado, un mínimo cambio de ritmo apenas, un paso cambiado y dos cuerdas que resuenan como un mismo número en distintos lados, o el paso exacto de los soldados, como dos focos intermitentes, súbitamente así sincronizados. Dos paseantes distraídos han conseguido que el reloj de arena de la pena pare, que se despedace y así seguir el rumbo que el viento trace. Por ahí como en un film de Eric Rommer, sin esperar que algo pase, amar la trama más que el desenlace.
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Va, no te calles que te veo!