sábado, 17 de enero de 2015

P A S I Ó N .

Hacía mucho tiempo que no escribía. A veces tenía millones de ideas en mi mente pero no sabía por dónde empezar. Otras simplemente me daba pereza.
Hay tantas cosas nuevas que aprendo cada día, que a veces no me da tiempo a retenerlas todas en mi mente, tanto como me gustaría. Por eso quiero acostumbrarme a volver a escribir. A expresar.

La palabra con la que me voy a dormir hoy es PASIÓN.


No hay otra cosa más potente, más real. La necesidad también nos mueve, por supuesto, pero la pasión es algo que nadie nos inculca, nos viene de serie, y teniendo en cuenta las habilidades y dones con los que nacemos vamos creando nuestra pasión. ¿De verdad hay gente que no tiene ambiciones? Lo dudo.

Hoy escribo sobre todo porque alguien a quien admiro dijo una frase que se quedó retumbando en mi cabeza… “Hay dones que quedan dormidos.”
Y cuánta razón. Cuántas veces hemos sabido que algo se nos daba bien, y aun así lo hemos dejado aparcado. Ya sea por falta de tiempo o por cualquier cosa. ¿De qué nos componemos entonces, si no somos auténticos? Cada ser es único e incomparable, cada uno de nosotros somos diferentes al resto, todos tenemos algo que nos diferencia de los demás. Y por qué no aprovechar precisamente eso que nos diferencia.

--

Cuántas cosas especiales he descubierto en todas las personas que he conocido a lo largo de mi vida. Una mirada, un beso, una risa… Y cada una de ellas diferente a todo lo que jamás había visto/oído/sentido, especial. De eso me he enamorado. De la individualidad. Del no querer destacar, del no querer ser diferente, porque sin intentarlo ya lo eres, no te esfuerces en querer demostrárselo a nadie.

--

Hoy en especial tengo una mezcla de pensamientos y sentimientos inusual. He escuchado y visto tantas cosas hoy, he apuntado todo lo que he podido y lo demás lo he observado. He sentido vulnerabilidad, fragilidad, fuerza, confusión, valentía y todo al mismo tiempo.
Eso es el teatro.

Te compones de momentos durante toda tu vida y a veces te preguntas de qué te sirve todo lo que has vivido. Yo tengo la suerte de poder estudiar algo más que “actuar”, yo estudio la vida, los momentos, los sentimientos, las personas…
Hoy más que nunca estoy convencida de que los “malos” momentos acaban siendo una bendición. El dolor te hace más fuerte lo quieras o no. De los errores se aprende más que de los aciertos. Bendito sea el error. Pero aprende a aprender. No te hagas daño, no te recrees en el dolor, aprende que todos sufrimos y hay que sacar fuera lo que no sintamos sano. Llora, grita, habla con alguien, exprésate. Y sácalo fuera de ti, pero no lo saques si no aprendiste que pasó por algo, que te pasó para aprender.


Aprende a aprender. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Va, no te calles que te veo!